lunes, 21 de febrero de 2011

Tsunami africano






Tsunami africano
El tsunami  político  que arrasó con los gobiernos de Túnez y Egipto sacude ahora a Libia  con cruentas manifestaciones contra  el presidente Muamar el Gadafi, reprimidas por el Ejército con saldo de más de 200 muertos.
Ya  antes las multitudes obligaron  a renunciar al presidente tunecino  Zine al-abidine Ben Ali  y al mandatario egipcio Hosni Mubarak, mientras tienen sus barbas en remojo los jefes de Estado de Argelia, Marruecos, Jordania, Arabia Saudita y otros del Poniente Africano y de Oriente Próximo.
El régimen de Gadafi intentó  ahogar en sangre  las manifestaciones  que reclaman el fin de su régimen de 40 años, pero la masacre de la víspera provocó mayor indignación en la ciudadanía, lo que ha colocado a Libia en una situación de virtual guerra civil, según admitió ayer el hijo del mandatario, en un discurso por televisión.
La extendida  situación de  inestabilidad y violencia  en África y Oriente, que incluye una revuelta policial en Marruecos, con saldo de cinco muertos y 128 heridos,  ha causado  sorpresa y alarma en Estados Unidos y Europa, que no encuentran fórmulas para  extinguir el fuego en la pradera del mundo árabe.
Los reclamos por  mayor apertura democrática en  Marruecos, Argelia, Libia, Egipto,  Túnez, Jordania, Yemen, Arabia Saudita y Siria constituyen un dolor de cabeza para las economías de Occidente, que se   sustentan en la explotación  de petróleo, gas natural y minerales que abundan en la zona.
La crisis de Libia cambia radicalmente el panorama en el Magred y Oriente Próximo, pues el dictador Gadafi ha provocado un baño de sangre para  tratar de impedir  el avance de las multitudes que reclaman su renuncia.
Contrario a Túnez y Egipto, donde no se usó  la fuerza militar de manera desproporcionada,  en Trípoli el Ejército ha  reprimido a la población con saldo de centenares de muertos.
Nunca antes, el mundo árabe había  sido sacudido  por colosales manifestaciones  en  reclamo de  libertades públicas y derechos individuales, que escenifican también en Irán.
Los efectos  inmediatos  del tsunami africano se expresan en nuevas alzas de precios  en  el petróleo y metales, aunque las consecuencias globales   de esa crisis todavía son impredecibles.
Sirva  ese dramático cuadro de insurrección popular como espejo  en este traspatio, donde mantener un régimen  de democracia política, aun  deficiente, ha costado  sangre, sudor y lágrimas.

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