sábado, 23 de abril de 2011

TRANSFUSION DE SANGRE , UNA BONITA HISTORIA Y REFLEXION....!

Transfusión de sangre
UNA BONITA HISTORIA Y REFLEXION....! 




Un doctor cuenta la historia de un niño de ocho años, cuya hermana se estaba muriendo. Dándose cuenta de que sólo una transfusión de sangre del hermanito salvaría a la niña, el doctor le preguntó al niño: -“¿Estarías dispuesto a dar tu sangre para tu hermana?” El niño vacila. Sus ojos se abren denotando miedo.
Finalmente dice: -“Sí, doctor.” Sólo más tarde, después de que la transfusión había acabado, el niño vuelve a hablar. Y entonces pregunta tartamudeando: -“Doctor, dígame, ¿cuándo me muero yo...?” Y es entonces cuando el médico comprende el momento de vacilación del niño. Él creyó que le estaban pidiendo dar su vida por su hermana.
Aquel niño fue tildado de héroe.
No porque diera su vida por otro, pero sí porque estuvo dispuesto a hacerlo.
En el evangelio de esta semana (Mateo 26,14-27,66) aparece otra historia.
Otro héroe a quien también sacaron la sangre. Pero esta historia no es tan bonita.
Desde luego, sabrá usted que estamos hablando de aquel muchacho de Nazaret, carpintero hasta los 30 años, llamado Jesús.
Él recibió de lo alto la misión de anunciar la buena noticia (esto es lo que significa la palabra evangelio: buena noticia).
Él fue quien reveló que Dios es Padre. Padre suyo y padre mío.
También reveló que ese Padre lo ama a usted personalmente, de manera incondicional y gratis, y es imposible que sea de otro modo porque Dios es amor.
Y también fue Él quien, habiendo dicho: “No hay mayor amor que el de aquel que da la vida por sus amigos”, estuvo dispuesto a dejarse atropellar hasta la muerte para confirmar lo que anunciaba: el reino del amor, del perdón y de la paz.
Lo bueno es que la cosa no termina aquí (ojalá que muchos cristianos tristes entendieran esto.) Lo que hemos dicho se refiere sólo a lo que pasó hasta el viernes.
Pero el domingo sucedió algo mucho más extraordinario: muestro héroe traspasó la sábana donde lo habían envuelto, y se convirtió en el pionero en pasar de la muerte a una vida gloriosa que no termina.
Y por haber Él hecho esto: hacerse un hombre, dejarse matar y luego resucitar, es que usted y yo estamos salvados.
La pregunta de hoy
¿Qué significa estar salvado? Si una persona aún no ha recibido la salvación, su centro es él mismo. Hace todas las cosas según los dictámenes de su propio yo, el cual necesita sobre todo placer y poder para compensar sus miedos, su ignorancia y su soledad.
Estar salvado es haber descubierto a un Señor a quien poco a poco vamos en cambio haciendo entrega de nuestro pobre yo herido, y así va emergiendo nuestro auténtico yo, el cual es conducido, amado y acompañado por el Señor.
La experiencia constante de un Dios amoroso presente en su interior lo va transformando: puede perdonarse, puede perdonar... Está en el proceso de la salvación.
Cada vez que usted comulga, una gota de la sangre de Jesucristo entra en circulación de su interior.
Mi debilidad es lo que constituye mi fuerza. Cada vez soy menos yo, confuso y abatido, y más Jesús, amante y vencedor de la muerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario