domingo, 10 de abril de 2011

EDITORIAL....!

La gente no termina de entender que el vagón de la economía nacional marcha a todo vapor hacia el precipicio, acarreado por la alocada locomotora del alza exorbitante del petróleo que ha provocado incrementos récord en los precios internos de los derivados del crudo, con terrible impacto sobre el índice general de precios y los costos de operación de la industria, la agropecuaria, el comercio, servicios, transporte, turismo y telecomunicaciones.

El Ministerio de Industria y Comercio anunció aumentos de $5.50 en la gasolina Premium, cuyo galón costará $214.20; de $4.80 en la del tipo regular, que se eleva a $201.90, así como de $3.90 y $4.90 para el gasoil regular y premium, cuyos precios subirán a $184. 90 y $189.80, respectivamente, en tanto que el galón de avtur, experimentó un alza de $3.20, el keroseno de $350 y el fuel oil de $3.39.

A ese preocupante cuadro se agregan como agravante los aumentos en precios de materias primas básicas como maíz, trigo, soya y sorgo, sostén esencial de los sectores agrícola, avícola, porcino y ganadero, lo que pone en riesgo los niveles de producción de alimentos de consumo nacional, tales como pollo, huevos, granos, carnes y víveres.

A riesgo de incurrir en necedad se reclama al Gobierno, clase política, sector empresarial, academia y sociedad civil, colocar como tema esencial de discusión y abordaje el impacto devastador que sobre la economía producen las alzas incontenibles en los precios del petróleo y de los comodities, porque no es posible que la sociedad toda se quede en medio de la vía a la espera de ser arrollada por el tren.

Nada más importante ahora que unificar criterios en torno a qué hacer ante una tormenta que ya socava los cimientos de las cuentas nacionales y que amenaza con desestabilizar los indicadores básicos de la economía y desatar los demonios de una inflación galopante, desempleo crónico y más acentuada miseria y marginalidad.

Economías como las de España, Portugal, Irlanda y Grecia se baten hoy como barcos de papel en medio de un intempestuoso mar de una crisis global sin precedentes, mientras aquí se juega a la ruleta rusa o se asiste con entusiasmo a improvisadas ferias de demagogia o a mesas de conciliábulo, en vano intento por salvar sólo una parte de carga y pasajeros.

Es menester advertir que lo que ocurre o pueda ocurrir en términos de crisis económica o social no es juego de muchachos, porque a los males exógenos señalados se agrega la difícil relación del Gobierno con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el marcado déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos, el déficit fiscal y el agobiante endeudamiento externo.

Los actores nacionales deberían posponer el levantamiento de la carpa electoral y dedicarse a identificar alternativas de políticas públicas que ayuden a aliviar los efectos del huracán económico, cuyos terribles vientos ya se sienten en todas las actividades económicas. Que no fueron advertidos sobre la inminente llegada del demonio.

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